El calor del verano, que batió récords, se llevó una buena porción del volumen de cerezas del noroeste, pero el sector debatirá los efectos durante los próximos meses.
“Vamos a hablar de esta cosecha durante mucho tiempo”, afirmó Dale Goldy, un productor de Mattawa, Washington, que cosechó las cerezas en medio de la noche para combatir el calor, y aun así perdió algunos de sus bloques por el calor y los daños del viento este año.
La ola de calor de finales de junio y principios de julio estableció temperaturas récord en todo el noroeste del Pacífico y llevó a muchos productores a apresurarse a cosechar antes de tiempo, con cuadrillas que trabajaron a altas horas de la noche.
El calor redujo el tamaño de las cerezas y disminuyó el volumen total en un 20 por ciento, según las estimaciones de los Productores de Cerezas del Noroeste de los EE. UU., una organización de Yakima, Washington, que promueve de manera colectiva las cerezas de cinco estados del noroeste. Las cerezas Bing y Rainier fueron las variedades más afectadas, aunque Skeena también fue impactada.
Este año, justo antes de la ola de calor, el equipo de estimación del grupo preveía una cosecha global de 22.3 millones de cajas equivalentes de 9 kilogramos (20 libras). Poco después de la ola de calor, la organización estimó que las extraordinarias temperaturas reducirían la cifra a 18 millones.
Siempre es difícil hacer predicciones. Cada año, el grupo publica estimaciones periódicas del volumen de la cosecha a medida que avanza la temporada, y es habitual que se modifiquen debidos al clima y otras condiciones cambiantes. Incluso para finales de julio, cuando se imprimió este número, las evaluaciones de los daños seguían siendo conjeturas.
“Nunca habíamos visto nada parecido, así que se trata de un acontecimiento verdaderamente anómalo”, afirmó B.J. Thurlby, presidente de Productores de Cereza del Noroeste de los EE. UU. Lo más parecido fue una semana de 41 °C (105 °F) en julio de 2017, señaló. Esa cosecha no terminó tan mal, indicó Thurlby.
En 2021, dos heladas de primavera, tormentas de viento en abril y junio, y una superposición de mercado mayor de lo habitual con California tampoco ayudaron.
“Ha sido una batalla desde el primer día”, declaró Thurlby.
Las repercusiones se harán más evidentes cuando se reciban los datos de los productores en otoño. También podrían extenderse hasta el próximo año.
El calor extremo de un año puede provocar la duplicación al siguiente. La duplicación, o policarpia, se produce cuando las yemas de los árboles sometidos a estrés térmico desarrollan múltiples pistilos, lo que da lugar a la duplicación de la fruta al año siguiente. Es más común en California, pero también ocurre en el Noroeste, indicó Matt Whiting, fisiólogo de árboles frutales de la Universidad Estatal de Washington. Las cerezas Bing son relativamente tolerantes al calor, pero algunas de las nuevas variedades de la industria no lo son tanto.
El tiempo es clave. La duplicación suele ocurrir cuando el estrés térmico se produce entre cuatro y seis semanas después de la cosecha, cuando las yemas emergentes inician el pistilo del año siguiente, explicó Whiting. La ola de calor de este año se produjo justo en el momento de la cosecha para muchos productores, lo que puede haber aumentado la tolerancia de los árboles al calor para más adelante, según algunas de las investigaciones de sus estudiantes en los últimos 10 años.
“Creo que el próximo año no será tan malo”, aseguró, al menos para los productores que cosecharon antes del 4 de julio.
Siempre la variabilidad
Como siempre, los matices jugarán un papel en la historia de la ola de calor de 2021.
Eric Olson, de Selah, Washington, cosechó un volumen récord, aunque se deshizo de un tercio de sus árboles.
“Supongo que Eric tiene suerte”, declaró.
Parte de su huerto se encuentra en lo alto de una colina, expuesta al sol, pero el resto tiene una pendiente orientada al este con sombra por la tarde.
Cuando llegó el calor por primera vez, Olson y su representante de la empacadora pensaron en saltarse la cosecha por completo y declarar una pérdida total. Pero, una vez que las noches se enfriaron, sus cerezas volvieron a crecer. En general, sus paquetes fueron más bajos de lo normal, pero algunos de sus últimos contenedores tenían un 90 % de 10 hileras o más.
La cosecha fue un reto. Dio instrucciones a sus cuadrillas que tiraran al suelo las cerezas marchitas de la parte superior de los racimos y que rescataran la fruta protegida que había debajo, y duplicó la bonificación habitual de fin de temporada por sus esfuerzos.
“Nuestros recolectores han hecho un trabajo magnífico”, aseguró.
La ola de calor puede tener efectos duraderos en las prácticas de cosecha.
Al igual que otros productores del estado, Goldy compró faros y alquiló luces de construcción para que sus cuadrillas pudieran cosechar manzanas Skeena a la mitad de noche en su huerto de Raven Orchard de Mattawa. Esa fue la única manera de garantizar una jornada completa de trabajo para sus equipos y sacar la fruta a tiempo. El 29 de junio, la temperatura en Mattawa superó los 35 °C (95 °F) a las 8 a.m., según AgWeatherNet. A sus equipos les gustó trabajar de noche, así que trasladaron los reflectores al vivero de Goldy, donde el calor conlleva menos riesgos fisiológicos para las plantas que en las cerezas.
Una vez que se refrescó, sus cuadrillas volvieron a sus turnos habituales, aunque es posible que vuelvan a utilizar horas de inicio antes del amanecer, declaró.
Goldy calculó que perdió alrededor del 10 % de su cosecha, tanto por el calor como por los daños causados por una tormenta de viento a principios de junio. Omitió por completo un bloque de Santina.
También sospecha que el momento en que ocurrieron las cosas hizo una gran diferencia. La fruta cosechada en el momento álgido del calor se comportó bastante bien, pero algunos de sus frutos más tardíos, inclusive algunos Rainier, acabaron con una acidez elevada, pero con un tamaño, una firmeza y unos azúcares decentes.
“Por mucho, esta ha sido la peor temporada de cerezas por la que he pasado”, afirmó.
Oregón también tuvo problemas con el calor. Los agricultores del condado de Wasco, el mayor productor de cerezas del estado, estimaron que cerca del 56 % de la superficie sufrió daños por el calor, según las encuestas realizadas por Ashley Thompson, horticultora de extensión de árboles frutales de la Universidad Estatal de Oregón.
En toda la región del desfiladero del río Columbia, los productores reportaron daños que oscilaban entre el 15 y el 100 % debido a frutas marchitas y quemadas por el sol, recolecta de cerezas para salmuera y reducciones significativas en los empaques. Algunos incluso fueron rechazados por los procesadores.
No conocía a ningún productor que cosechara por la noche, debido al terreno de la zona.
De cara al futuro, espera comparar los daños causados por el calor en función de la variedad, el portainjerto y los sistemas de formación para obtener algún aprendizaje a largo plazo para la próxima ola de calor.
“Porque esto no es algo que sucederá solo una vez en la vida”, afirmó.
Los estados responden con regulaciones de emergencia
La ola de calor del noroeste, que ha batido récords, llevó a los funcionarios estatales de seguridad laboral a promulgar a principios de julio regulaciones de emergencia para proteger a los trabajadores al aire libre, inclusive los trabajadores agrícolas. Tanto en Washington como en Oregón se exigió ampliar el acceso a la sombra y al agua fresca, así como capacitación, planificación y protocolos de comunicación adicionales específicos para el clima cálido.
Los empleadores de Washington ya cumplían las normas estatales de protección contra el calor, pero el Departamento de Trabajo e Industrias estableció normas de emergencia, en vigor hasta el 30 de septiembre, que exigen a los empleadores a realizar lo siguiente:
—Proporcionar sombra u otros medios para que los trabajadores se refresquen cuando las temperaturas alcancen los 38 °C (100 °F).
—Proporcionar capacitación a los trabajadores que incluya detalles sobre los procedimientos de respuesta al calor.
—Proporcionar agua potable “adecuadamente fresca”.
—Garantizar que los trabajadores se tomen períodos de descanso remunerados de al menos 10 minutos cada dos horas para refrescarse cuando la temperatura alcance los 38 °C (100 °F).
—Permitir y animar a los trabajadores a tomar un descanso preventivo para refrescarse “cuando sientan la necesidad” cuando la temperatura alcance entre 32 °C y 38 °C (89 °F y 100 °F).
Para más información, visite la página lni.wa.gov/safety-health/safety-training-materials/workshops-events/beheatsmart.
El Departamento de Seguridad y Salud Laboral de Oregón estableció nuevas normas aún más estrictas que las de Washington, en las que se les requiere a los empleadores lo siguiente:
—Proporcionar sombra y agua fresca a los empleados cuando se tengan temperaturas de 27 °C (80 °C) o superiores.
—Asegurarse de que se observe a los empleados para detectar síntomas de enfermedad por calor y que sean monitoreados para determinar si se requiere atención médica a temperaturas de 32 °C (90 °F) o superiores.
—Proveer un período de descanso de 10 minutos para refrescarse en la sombra por cada dos horas de trabajo cuando la temperatura alcance los 32 °C (90 °F).
—También a los 32 °C (90 °F), desarrollar e implementar un plan médico de emergencia y prácticas para adaptar gradualmente a los empleados al trabajo en el calor.
—Capacitar a todos los trabajadores sobre el riesgo de enfermedades por calor, los requisitos de las normas sobre el calor, la importancia de reportar las enfermedades por calor y la manera de reconocer los síntomas de las enfermedades relacionadas con el calor.
Para más información, visite la página osha.oregon.gov/news/2021/Pages/nr2021-26.aspx.
—por Ross Courtney