La seguridad era estricta en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá para los pasajeros en el asiento trasero del Mitsubishi Montero gris. Agentes uniformados examinaron minuciosamente la documentación y abrieron la nevera para contar las placas Petri en las que se movían las polillas. Estas polillas estaban viajando internacionalmente y llevaban algunas autorizaciones de alto nivel.
“Son insectos esterilizados,” dijo Nathan Moses-Gonzales, socio ejecutivo de la compañía de tecnología con sede en Phoenix, M3 Consulting Group, con una sonrisa. “Sabemos que no van a causar ningún daño ni nada parecido, pero es simplemente la naturaleza de la bestia.”
Cada semana, durante la temporada de cultivo de manzanas de 2018, Moses-Gonzales y sus compañeros cruzaron la frontera cerca de Oroville, Washington, para recoger un cargamento de carpocapsas esterilizadas en un centro de cría de Osoyoos, Columbia Británica, y llevarlas de regreso a la frontera para ser utilizadas en huertos de Washington, en nombre de la investigación entomológica.
Sumarán liberaciones comerciales este año, utilizando aviones no tripulados para lanzar polillas irradiadas como una forma de controlar la población de sus primos silvestres. Mientras tanto, los investigadores continúan ensayando el sentido práctico de implementar un tipo de control de plagas muy afianzado en Canadá, en un contexto económico estadounidense.
“Es tomar una tecnología antigua y darla la vuelta, pensando en ella de una forma totalmente novedosa,” dijo Betsy Beers, entomóloga de la Universidad Estatal de Washington e investigadora principal de uno de los dos proyectos de investigación que implican el uso de carpocapsas esterilizadas en Estados Unidos.
Historia
La utilización de insectos esterilizados para controlar insectos silvestres no es nueva. La idea, que se remonta a la década de 1930, es que los insectos esterilizados se aparean con la población silvestre, que luego pone huevos que no eclosionan. Con el tiempo, la población se desploma.
En las décadas de 1950 y 1960, la liberación de insectos estériles sirvió para erradicar el gusano barrenador, una plaga del ganado, en Florida, Texas y en todo el mundo. Desde entonces, el método ha funcionado con diferentes grados de éxito contra algunas especies de moscas de la fruta y mosquitos. En octubre, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos anunció que la liberación de individuos estériles y las cuarentenas habían erradicado el gusano rosado de la industria nacional del algodón, después de 100 años de infestación.
En los años sesenta y setenta, investigadores de la Columbia Británica y Washington investigaron la técnica con una de las plagas de manzana más temidas en el noroeste del Pacífico: la carpocapsa. Sus caminos se separaron en la década de 1980 cuando Washington se apoyó en gran medida en la feromona de disrupción sexual mientras que los gobiernos federales y regionales de Canadá construyeron una instalación de cría. El programa financiado a través de impuestos comenzó a liberar las polillas esterilizadas con radiación, logrando impresionantes resultados de supresión, pero no la erradicación, que era el objetivo original.
Sin embargo, en Canadá, todo el mundo está involucrado. La liberación de insectos estériles es un mandato legislativo para los productores de manzanas y peras, así como para los propietarios. “Los productores no pueden rechazar los insectos,” dijo Scott Arthur, gerente de las instalaciones de cría del Programa de Liberación de Insectos Estériles Okanagan-Kootenay en Osoyoos.
Beers, entomóloga asociada y M3 están explorando la liberación de insectos estériles de una forma más… bien, a la manera estadounidense. ¿El método funcionaría, se preguntan, con carácter voluntario como una herramienta de Manejo Integrado de Plagas (MIP)?
Proyectos de investigación
Beers realizó ensayos desde abril hasta septiembre de 2018, en bloques orgánicos en todo el condado de Okanogan, la región de cultivo de Washington adyacente a la frontera con Canadá. Incluso creó un montaje de video del equipo de M3 liberando las polillas, con la música de “Cabalgata de las Valquirias,” de Richard Wagner, amenizando sus presentaciones de invierno con un poco de valor añadido de entretenimiento.
Beers mide los resultados mediante la captura de polillas y contando los signos de daño de la fruta. Por lo general, las poblaciones esterilizadas superaron en número a las poblaciones silvestres, especialmente en pleno verano al surgir la segunda y tercera generación, y el daño por polillas fue significativamente menor en los bloques tratados.
Los resultados superaron sus expectativas para el primer año, pero aún no se ha alcanzado un consenso en muchos aspectos, que incluyen; como de lejos “se desvían” las polillas fuera de los bloques objetivo, cómo se concentran dentro de los bloques y las tasas de liberación óptimas.
El proyecto de tres años de Beers fue financiado por la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington con una cuantía de $300,000, mientras que ella y compañeros del laboratorio del USDA en Wapato buscan fondos adicionales del Centro de Control Integrado de Plagas del Oeste (Western IPM Center).
Rob Curtiss, un estudiante de doctorado de la Universidad Estatal de Michigan, está ejecutando un proyecto de investigación hermano, estudiando aspectos como menores tasas de liberación, diferentes patrones de liberación y el efecto de las espalderas y los diferentes tipos de arquitectura de huertos.
“Estamos buscando todos los diferentes factores que podemos cambiar,” afirmó.
Curtiss planea comparar las liberaciones con drones de M3 con liberaciones manuales, trabajando con unos 12 productores en Washington y seis en Michigan. Hasta este año, la instalación canadiense y M3 habían estado enviando polillas esterilizadas a Michigan solo para su liberación manual.
MSU y WSU habían estado liberando polillas esterilizadas desde 2009, como indicador, para estudiar los movimientos de sus contrapartes silvestres, dijo Curtiss. Sin embargo, se dieron cuenta de que los recuentos de población silvestre disminuyen en los bloques de investigación de MSU y se han movido a estudiar la liberación de insectos estériles como un método de control para los puntos conflictivos de los huertos. Curtiss continúa ese trabajo.
En el momento de la publicación, para su proyecto de dos años y dos estados, Curtiss buscaba aproximadamente $655,000 de la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington, el Comité de Manzana de Michigan, el Proyecto GREEEN de la Universidad Estatal de Michigan, la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Michigan y subvenciones federales.
Aunque estudia un programa de MSU, Curtiss vive en Wenatchee, Washington, y también trabaja a tiempo parcial como coordinador de proyectos especiales para la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington.
¿Qué es lo siguiente?
Algunos productores del norte central de Washington colaboran con Beers con lo que ellos ven hasta ahora y con lo que prefieren continuar comercialmente, al precio adecuado.
“Estamos muy satisfechos y esperamos participar en el programa,” dijo Jerry Hendrick, un gerente de huertos de Tonasket. Se registraría ahora, pero esperará a que finalice la investigación.
Allen Godwin, un productor orgánico de Tonasket que trabaja con Beers, apoya toda la filosofía de liberación de insectos estériles como otra herramienta “suave” en su cinturón de MIP. El precio de $310 por acre de M3 por año suena alto, dijo, pero gasta alrededor de $100 por acre solo en una aplicación de Entrust (spinosad orgánico), un insecticida orgánico utilizado para la carpocapsa. Destina entre $1,000 y $2,000 por acre cada temporada para productos químicos; la carpocapsa se come casi la mitad.
Sin embargo, al igual que muchos productores, les preocupa gastar dinero en el control de plagas si los vecinos no lo hacen. Ambos están al menos abiertos a la idea de un enfoque de área, especialmente si las economías de escala reducen el costo por acre.
“Cuanto más grande, mejor, en lo que respecta al área,” dijo Godwin.
Los investigadores se están centrando en la pequeña escala, pero tampoco están descartando un enfoque de área; existen otras historias de éxito del uso insectos estériles a gran escala en América. Sin embargo, el tamaño relativo de la industria de la fruta de árbol de los Estados Unidos, especialmente la de Washington, requeriría costosas instalaciones de cría y cuotas para financiar los costos operativos de vastas superficies.
“La implementación de SIR (liberación de insectos estériles) en una escala modular, bajo demanda, es mucho más factible a corto plazo,” dijo Beers.
Tampoco nadie está renunciando a la feromona de disrupción sexual. Es la práctica estándar de la industria, pero es más efectiva con bajas densidades, por lo que los productores solicitan herramientas complementarias, dijo Beers.
En Canadá, los funcionarios agrícolas también están comenzando a implementar el trabajo con feromonas en su lado de la frontera, ya que ambas partes buscan más métodos de control, dijo Melissa Tesche, directora general del Programa de Liberación de Insectos Estériles.
“No tiene que ser una cosa u otra,” señaló.
M3 planea continuar liberando polillas para los investigadores, pero también realizará 20 liberaciones comerciales semanales en más de 1,200 acres, dijo Moses-Gonzales, que luego ampliará hasta 5,000 acres, aproximadamente el límite de capacidad de la instalación de Osoyoos. En Michigan, la compañía trabajará este año con los investigadores empleando drones, con la esperanza de comercializar su trabajo en temporadas posteriores.
Moses-Gonzales también prevé programas voluntarios, pero está pensando a lo grande. Él y sus colaboradores han estado hablando con inversores sobre la construcción de una instalación similar a la de Canadá, pensando que la tecnología es lo suficientemente madura como para que el mercado privado sea capaz de convencer a una gran cantidad de agricultores para que lo adopten. Ya ha pasado por ese difícil proceso de “convencimiento” con anterioridad. Antes de comenzar con M3, el graduado de la Universidad de Arizona trabajó en el centro de cría de gusano rosado del USDA en Phoenix.
“Esperamos avanzar rápido en esto,” dijo Moses-Gonzales.
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