La industria frutícola utiliza el término “calidad” muy comúnmente; sin embargo, este término tiene un significado diferente para diferentes personas. Cuando de manzana se trata, por ejemplo, los consumidores le dan más valor a la frescura, mientras que las empacadoras valoran más la conservación del fruto durante el empaque y comercialización.

Karina Gallardo, Profesora de Economía de la Universidad del Estado de Washington en Estados Unidos (Washington State University-WSU) y un equipo de economistas han encontrado la manera de medir las discrepancias, cuantificando así algo que, de otra manera, es usualmente descartado como subjetivo.

Basándose en los resultados de encuestas realizadas a empresas empacadoras, agricultores y consumidores, la profesora Karina Gallardo, , y un equipo de investigadores a nivel nacional le han asignado un valor económico a cada atributo de la calidad de manzana, cereza dulce, durazno, fresa y cereza agria, de acuerdo al grado de importancia que le dieron los tres grupos encuestados a cada uno de los atributos.

El resultado más sorprendente fue que las preferencias entre agricultores y consumidores fueron muy similares, mientras que las de las empresas empacadoras fueron muy diferentes, dijo la profesora Gallardo en su presentación durante la conferencia anual de la Asociación Frutícola del Estado de Washington en diciembre.

El resultado final del proyecto no solo fue educacional, sino que el valor económico que se le asignó a cada atributo puede considerarse para el mejoramiento genético de nuevos cultivares

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El mejoramiento genético, especialmente el que se lleva a cabo en las universidades, se realiza considerando solamente las peticiones que las empresas empacadoras y los productores hacen mediante comités de asesores, pero el considerar los deseos del consumidor es también importante, pues ellos son los que pagan, dijo Kate Evans, Fitogenetista de la Universidad del Estado de Washington.

“Nosotros tenemos que considerar las prioridades de los tres grupos cuando hacemos la selección de genotipos; por tanto, para nosotros es muy útil ver dónde está el punto de encuentro”—dijo Kate Evans, quien estuvo presente durante la presentación de la profesora Gallardo. ”Ultimadamente, la disposición del consumidor para pagar el precio del producto tiene que ser el factor determinante.

Métodos

La encuesta y análisis representaron 332,000 dólares de la primera etapa del proyecto RosBREED; proyecto federal (de 7 millones de dólares) de Iniciativa para la Investigación con Cultivos Especializados que tiene como objetivo el uso de marcadores genéticos para avanzar en el mejoramiento genético de nuevos cultivares de frutales. Chengan Yue, Profesor y Presidente de la Donación Bachman para Mercadotecnia en Horticultura de la Universidad de Minnesota, estuvo a cargo de un equipo de investigación socioeconómica del proyecto. Gallardo, que labora en el Centro de Extensión de Puyallup de la WSU, supervisó parte de la investigación. Vicki McCracken y James McFerson de la WSU y James Luby de Minnesota fueron otros colaboradores.

La primera etapa del proyecto RosBREED terminó en 2014. La segunda etapa está en curso y se ha extendido para incluir un marcador genético de resistencia a enfermedades. El equipo de Gallardo también es parte de la misma. Similarmente, Evans fue (y todavía es) una de 134 colaboradores del proyecto RosBREED.

La Profesora Gallardo y el equipo de investigación comenzaron entrevistando a fitogenetistas para reducir la larga lista de atributos de calidad a solo seis, por cada tipo de fruta. Para manzanas se decidieron por frescura, sabor, apariencia externa, periodo de conservación pos cosecha, tamaño y firmeza. Los atributos de las cerezas dulces fueron dulzura, sabor, firmeza, periodo de conservación pos-cosecha, tamaño y color. Después, el equipo envió encuestas a individuos en las tres categorías: empresas empacadoras, productores y consumidores. Mediante encuestas les preguntaron cuánto dinero gastarían para obtener los seis diferentes atributos en la fruta.

En agosto de 2011, el equipo envió encuestas por correo a empresas empacadoras, o “intermediarios”, una categoría que incluyó a algunas agencias de mercadotecnia y comerciantes. De las 146 encuestas sobre manzanas que se enviaron a nueve estados, 40 fueron contestadas (27 por ciento de tasa de respuesta). En el caso de cerezas, de las 97 encuestas que se enviaron a cinco estados, 33 fueron contestadas (34 por ciento).
In August 2011, they sent out mail surveys for packers, or “market intermediaries,” a category that included some marketing agencies and brokers. Forty of the 146 apple surveys were returned from nine states, a response rate of 27 percent. For cherries, 33 of 97 surveys — or 34 percent — were returned from five states.
The producers, or growers, were surveyed by mail in June 2012, with 321 out of 1,000 surveyed about apples responding from five states, for a 32 percent rate. For cherry growers, 215 of 648, or 33 percent, responded from five states.
The researchers surveyed consumers in October 2013 nationally through online surveys, through a research company named Qualatrics, which delivered 1,000 completed responses from shoppers who purchased the fresh fruits in question within the past three months. The contract with Qualtrics called for a demographic mix of ages, gender, ethnic background and geography representative of the population.

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A los productores o agricultores se les envió la encuesta por correo en junio de 2012. De estas encuestas, 321 productores de manzana de cinco estados respondieron la encuesta (se enviaron por correo un total de 1000 encuestas y hubo una tasa de respuesta del 32 por ciento). Respecto a los productores de cereza, 251 participantes de cinco estados respondieron la encuesta (se enviaron un total de 648 encuestas por correo y hubo una tasa de respuesta de 33 por ciento).

A los consumidores se les envió la encuesta por Internet en octubre de 2013, a través de la compañía Qualatrics, la cual compiló 1000 encuestas de consumidores que habían comprado la fruta fresca en cuestión en un transcurso de tres meses previos a la encuesta. El contrato con Qualatrics incluyó una mezcla demográfica de edades, género, origen étnico y geografía representativa de la población.

Resultados

Respecto al número mágico para los fitogenetistas, la Profesora Gallardo llama “precio de compensación de mercado” al punto en que el consumidor está dispuesto a pagar por un atributo a la hora de comprar el producto y el agricultor está dispuesto a cubrir los costos de producción para cultivar fruta con dicho atributo

“Estos son los datos monetarios” –dijo Gallardo-.

Para manzanas crujientes, por ejemplo, ese número es 1.33 dólares por libra. Ella y su equipo compararon solo las respuestas de las encuestas de los agricultores y consumidores para los precios de compensación de mercado.

Los investigadores se sorprendieron sobre lo bien que los agricultores y consumidores hablaron la misma lengua respecto a calidad. “Los productores están entendiendo a los consumidores, lo que es buenísimo” –expresó Gallardo-.

Los consumidores de manzana, por ejemplo, dijeron que invertirían la máxima cantidad de dinero (1.99 dólares por libra) en la frescura de la fruta, seguido por sabor y apariencia externa. Similarmente, los agricultores también escogieron frescura y sabor en sus tres atributos principales, mientras que las empresas empacadoras manifestaron que invertirían principalmente en la conservación pos-cosecha, tamaño y firmeza. Los agricultores y consumidores también coincidieron en las prioridades de calidad de la cereza comparada a los empacadores, pero en menor grado.

Gallardo especuló que los empacadores, simplemente, tienen una gama más amplia de responsabilidades que los agricultores, tales como la eficiencia de embarque o envío e inspectores de calidad, por lo que pueden tener una menor disposición para pagar por atributos tales como el sabor.

Morgan Rowe, agricultor de Naches, Washington, tiene una idea similar.

“Tal vez es el hecho de que un agricultor y un consumidor tienen más cosas en común” –dijo Rowe-, quien no empaca o envía fruta. “Ellos aprecian los mismos atributos, especialmente a la hora de comer. Un empacador los aprecia también; sin embargo, los empacadores tienen que recibir la fruta, almacenarla, correrla en la línea, empacarla en cajas y transportarla o embarcarla. Por eso, posiblemente, tienen asuntos diferentes de que preocuparse”.

“Aparentemente, las empresas empacadoras seleccionaron los atributos que afectan directamente la reputación y eficiencia de los servicios que ofrecen” –opinó Tim Welsh, Presidente Ejecutivo de Columbia Fruit Packers en Wenatchee, Washington-. “Aunque los agricultores cubren todos los costos de re-empaque de la fruta que es rechazada y debe empacarse por segunda ocasión, las casas empacadoras y transportistas no ganan dinero con la fruta re-empacada y sufren las consecuencias como una reprimenda hiriente cuando la fruta es rechazada” –dijo-.

Gallardo compartió solo resultados de manzanas y cerezas dulces en la conferencia. Su equipo todavía está calculando números para duraznos. De igual manera, debido a que muchas empresas empacadoras también son dueñas de huertos, el equipo obtuvo datos de este tipo de empresas, pero no fueron suficientes para hacer conclusiones sobre ellos –manifestó-.

Partes de la investigación se han publicado en las revistas HortScience, Agribusiness, Agricultural Resources and Economics Review e International Food and Agribusiness Management Review.