El sector de la fruta de árbol se enfrenta a presiones de todas partes.
No sólo se siente así, sino que así es, dijo David Magaña, el orador que inauguró la Reunión Anual de la Asociación de Frutas de Árbol del Estado de Washington (Washington State Tree Fruit Association), celebrada en diciembre pasado en Kennewick.
La inflación económica, los cambios normativos, las demandas contradictorias de los consumidores; todo ello pone en aprietos a los productores de la fruta fresca, dijo. Incluso el descenso de la tasa de natalidad en México aprieta la industria frutícola de Washington al hacer más escasa la mano de obra inmigrante.
“Ahora entiendo que es un entorno muy complejo”, dijo Magaña, vicepresidente y analista principal de la compañía RaboResearch Food & Agribusiness. “La fórmula es ahora más complicada, pero también tenemos más herramientas”, dijo.
Basado en Fresno, California, Magaña está especializado en el mercado de productos frescos. Él creció en una granja en el centro de México, pero también su padre solía cortar cerezas y manzanas, como trabajador migrante, en las huertas cerca de Pasco, Washington.
Magaña clasifica las presiones a las que se enfrenta la industria frutícola en dos campos -la oferta y la demanda- que la golpean desde ambos lados.
Por el lado de la demanda, las finanzas de los consumidores no alcanzan como antes y la gente ahora ahorra menos. La inflación se ha ralentizado desde el 2022, cuando alcanzó su nivel más alto en 40 años, sin embargo, los precios siguen subiendo, lo que lleva a los consumidores a comprar artículos a precios más bajos y a acudir a las tiendas de descuento. Mientras tanto, los minoristas presentan envases más pequeños, una tendencia conocida como “shrinkflation” (Un artículo mantiene un precio fijo pero el consumidor recibe menos cantidad del producto).
Marty Olsen, un productor de la zona de Prosser y el presidente del comité organizador de la reunión, se mostró partidario de centrarse en el consumidor. Últimamente, los productos frescos resultan muy caros para el comprador, incluso en las economías más fuertes del mundo.
Pero: “Es fácil gastar menos dinero en la compra de productos frescos de primera calidad o bien dejar de comprarlos por completo”, afirmó.
Esas decisiones de compra afectan a las ganancias de los productores más que cualquier otra cosa.
“Todo empieza con el consumidor”, afirmó Olsen.
Además, los compradores tienen grandes expectativas y deseos contradictorios, dijo Magaña.
“Es difícil satisfacer las expectaciones de los consumidores ya que quieren fruta fresca todo el año, y a la vez la quieren cultivada localmente, aunque eso no siempre es posible”, explicó. “Quieren una calidad muy buena y también que sea orgánica o cultivada con menos pesticidas. Por otro lado, quieren más comodidad. Pero, por favor, reduzca el uso del plástico. No queremos desperdiciar tanto plástico, ¿Verdad? Además, todo tiene que ser asequible”.
En el universo de la exportación, el dólar estadounidense sigue fortaleciéndose frente a las monedas de los clientes, como la rupia de India, el yen japonés y el yuan chino, lo que encarece productos tales como la fruta para los compradores internacionales. Las elevadas tarifas de los contenedores de envío en muchos puertos empeoran la situación. Por eso la exportación de manzanas frescas ha disminuido en los últimos cuatro años.
En cuanto a la oferta, los productores se enfrentan a varias limitaciones, como las del agua, la mano de obra y las leyes. Los elevados tipos de interés dificultan a los productores la innovación y la reinversión. Además, los meteorólogos prevén una sequía causada por El Niño en el Noroeste.
Últimamente inmigra menos gente y eso no es una ayuda’, dijo. La mejora de la calidad de vida y la bajada de la tasa de natalidad en México han frenado la migración. En las décadas de los 60s y 70s, en la familia mexicana media tenían casi siete hijos. Hoy hay unos dos.
“Me identifico con eso”, dijo. “Tengo siete hermanos, pero sólo dos hijos”.
Mientras tanto, las huertas mexicanas se enfrentan a su propia crisis de mano de obra agrícola. Los salarios aumentan incluso más rápidamente que los de Estados Unidos, dijo.
La competencia internacional podría intensificarse, y los compradores pronto querrán cerezas frescas durante todo el año con la misma expectativa que ya tienen con los arándanos. A Magaña no le sorprendería que Perú, un exportador creciente de arándanos y aguacates, empezara a plantar cerezos a gran escala entre los próximos cinco a diez años.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. calcula que, por cada dólar gastado en comida en Estados Unidos, 15 céntimos retornan al productor.
Así es que la presión es real, pero existen unos pocos puntos brillantes.
Los costes de transporte por camión y barco han bajado desde su máximo a principios del 2022. India redujo sus aranceles sobre las manzanas en el 2023. México es uno de los mayores mercados de exportación del sector frutícola estadounidense y el peso mexicano se ha fortalecido frente al dólar del EEUU, lo que hace que productos como las manzanas, peras y cerezas sean más asequibles para los compradores de ese país.
Además, existe una cultura de innovación en el sector de los productos frescos. Miembros de la Generación Z (Se refiere a las personas nacidas entre los años 1997 y 2012, aproximadamente) tienen el nivel educativo más alto en la historia y ayudarán a fomentar un cambio, afirmó.
“Sigo siendo optimista sobre el futuro de la agricultura en general, y de la producción frutícola en particular, dado a toda la innovación que veremos en los próximos 15 años”, afirmó.
Jon DeVaney, presidente de la Asociación de Árboles Frutales del Estado de Washington (Washington State Tree Fruit Association), afirmó que el discurso de Magaña fue una afirmación bien recibida para el público de productores, que lleva varios años pasando apuros.
“El discurso de David Magaña confirmó con datos económicos lo que la mayoría de los productores ya presentían: Nos encontramos en un mercado internacional de alimentos ferozmente competitivo que limita las oportunidades de conseguir un aumento de precios, incluso cuando los costes de producción están sometidos a una rápida inflación”, dijo DeVaney.
—por Ross Courtney
Este artículo ha sido traducido por Jean Dibble y revisado por Jutsely Rivera. Puede ponerse en contacto con Jean en jean@goodfruit.com.