*Este artículo fue publicado originalmente en la edición del 15 de febrero de 2019 de Good Fruit Grower.
Los productores de cerezas de Washington, a estas alturas, conocen los peligros de los fitoplasmas que causan la enfermedad de la cereza pequeña y están atentos a los síntomas.
Los productores de durazno y nectarina tienen la inquietud sobre si tienen problemas similares, problemas que siempre han achacado a lesiones de invierno o alguna otra de las causas habituales.
“Este año, recibimos un par de llamadas para ver algunos árboles de durazno y nectarina de aspecto muy triste en dos lugares en dos condados diferentes y, bueno, encontramos un par de fitoplasmas allí”, dijo Scott Harper, director del Centro de Plantas Limpias del Noroeste.
Para ahondar más en el tema, Harper comenzó un proyecto de investigación de tres años para determinar la naturaleza de los fitoplasmas, su prevalencia y qué hacer al respecto. Su trabajo fue financiado con $92,000 USD por parte de la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington.
“Mi intención no era que esto se convirtiera en algo así como el coco, pero creo que cuanto antes tengamos buena información sobre esto, más pronto sabremos cómo manejarlo”, dijo Jim Doornink, de Wapato, Washington, quien es productor y presidente del comité de la Comisión de Investigación de Fruta de Hueso.
Harper y su equipo identificaron dos fitoplasmas – Western X y el fitoplasma del enrollamiento de la hoja amarilla del durazno, también conocido como decaimiento del peral.
Western X quizá suene familiar ya que es uno de los patógenos relacionados con la enfermedad de la cereza pequeña, tan bien conocida en todo el Pacífico Noroeste.
Pero Western X también afecta a la fruta de hueso, dijo Harper. Podría ser la causa de la roseta del durazno y los amarillamientos del durazno, que causan problemas con las hojas y el tamaño de la fruta y que también deforman la misma, y que han sido observados en las Carolinas y Georgia. Por lo general, matará a un árbol gradualmente en el transcurso de cinco a 10 años.
El decaimiento del peral mata a un árbol más rápido, generalmente entre tres a cinco años, dijo Harper. Primero, las hojas se pliegan y enrollan hacia abajo, luego se vuelven amarillas y caen, afectando la calidad y el tamaño de la fruta. El problema es común en California y posiblemente se está moviendo hacia el norte.
Los fitopatólogos conocen un tercer fitoplasma en Washington, asteris, pero no saben si está causando algún daño. Provoca hojas pequeñas, afecta el vigor del árbol y el tamaño de la fruta y causa un trastorno denominado enfermedad de la hoja pequeña del durazno.
“Bueno, están latentes en alguna parte,” dijo Harper. “Sabemos que están en el país, sabemos que el material se mueve hacia arriba y hacia abajo y alrededor del país y desde todos los estados, y es muy difícil rastrear estas cosas”.
En tanto, los fitoplasmas no distinguen entre cerezas, duraznos y nectarinas. También pueden afectar otras formas de fruta de hueso, dijo Harper. Parte de su proyecto consiste en determinar cómo combatir los fitoplasmas en toda el sector frutícola.
“Todo el sistema está conectado”, señaló. “Resolvemos todo el asunto, o simplemente seguimos apagando incendios”.
Las enfermedades no tienen cura. Para cuando aparecen los síntomas, los productores generalmente deben eliminar todo el árbol.
Para el proyecto, Harper pretende responder tres preguntas:
1. ¿Qué fitoplasmas hay en Washington? Analizará frutas de hueso, incluidas las cerezas, para buscarlos e identificarlos.
2. ¿Cómo son capaces los productores de identificarlos con marcadores fisiológicos? Quiere relacionar los síntomas en la fruta y el floema de la fruta infectada con el tipo y la gravedad de los fitoplasmas.
3. ¿Cómo funcionan? Utilizará una técnica denominada transcriptómica para identificar cómo los fitoplasmas causan enfermedades en los árboles.
Un productor comentó que espera que la investigación de Harper desemboque en cierta información confiable y práctica sobre cómo reconocer los problemas en el campo, similar a la forma en que los productores de cerezas están aprendiendo a detectar la enfermedad de la cereza pequeña.
“Me gustaría emparejar el terreno en lo que a la fruta de hueso respecta, como han hecho los que trabajan las cerezas”, dijo Paul Stiekema, gerente general de Douglas Ag Services, el brazo de producción de Douglas Fruit Co. en Pasco, Washington.
La mayoría de los productores de fruta de hueso también tienen cerezas, dijo Doornink en una entrevista de seguimiento con Good Fruit Grower. Esperan que la investigación de Harper les brinde más herramientas para gestionar todos sus cultivos.
“Sería una lástima recorrer el lento camino en la fruta de hueso y quedar atrapados con la misma enfermedad”, dijo Doornink.
Si detecta síntomas en su huerto:
Se pide a los productores que estén atentos a posibles síntomas en frutales de hueso afectados por fitoplasmas. Los síntomas incluyen amarilleamientos y rizaduras de las hojas, reducción del vigor de los árboles, frutos pequeños y árboles en decadencia y agonizantes. Informe a Scott Harper, director del Centro de Plantas Limpias del Noroeste, en scott.harper@wsu.edu o al 509-786-9230.