En un soleado día de abril cerca de Pasco, Washington, el inspector de campos orgánicos Del Long, examinó la distancia entre el viejo bloque de cerezos Index de Conner Sullivan (árboles altos, muy espaciados y cultivados convencionalmente) y un bloque de manzanas Gala que está en transición al cultivo orgánico.
“Usted podría eludir las consecuencias con una hilera de amortiguación”, dijo Long, mientras él y Sullivan discutían cuántas hileras convencionales de Gala deberían permanecer como amortiguador contra la deriva de la pulverización. Por otra parte, podría necesitar dos. Al final, Long sugirió que Sullivan probara primero una hilera y le prometió que regresaría poco antes de la cosecha para muestrear la fruta en busca de residuos de pesticidas para asegurarse de que estuviera funcionando.
Sullivan se encontró con actitudes de colaboración por parte del Departamento de Agricultura del Estado de Washington (WSDA, por sus siglas en inglés) mientras trabajaba en el proceso de transición en CC Sullivan Farms. Se sorprendió gratamente.
“Pensé que iba a ser un dolor de cabeza”, dijo Sullivan, quien está liderando la labor de transición de un huerto de 20 hectáreas (50 acres) que posee con su primo mayor, Clint Sullivan.
El proceso fue arduo, sin duda, señaló. Se requirieron montañas de papeleo y registros. Pero estaba preparado para enfrentarse a una burocracia adversa y eso nunca sucedió. El personal de la oficina de WSDA ha devuelto las llamadas y correos electrónicos rápidamente, mientras que era fácil trabajar con Long, el inspector, dijo Sullivan.
“He llamado a su oficina un montón de veces”, dijo. “A veces con una pregunta simple”.
Brenda Book, la gerente de programas orgánicos del estado, no se sorprende en absoluto. “Creo que la mayoría de nuestras interacciones van bien”, afirmó.
A menudo, la gente asume lo peor de las agencias administrativas estatales, dijo, que son lentas, intransigentes, sin rostro e incomprensibles.
Por un lado, el programa de productos orgánicos es voluntario. Y el proceso no implica una lista de verificación en blanco y negro, sino que está diseñado para tener en cuenta todo el sistema de producción de la huerta, dando “puntos” para la biodiversidad en huertos con cultivos de cobertura entre hileras, los tipos de trampas de insectos utilizados, qué tan ordenado se encuentra el almacén de productos químicos y, a medida que pasa el tiempo, qué tan bien sigue mejorando la huerta.
“Realmente no es un tipo de sistema de casillas de verificación”, señaló.
El estándar de “productos orgánicos certificados” es una norma de calidad redactada por el Departamento de Agricultura de EE. UU., quien contrata a 80 agencias en todo el país para inspeccionar e implementar dicha norma. El WSDA es una de las 14 agencias estatales que asumen ese trabajo. El resto son agencias privadas.
Realizar la transición
Los Sullivan decidieron volverse orgánicos después de escuchar los altos rendimientos de sus vecinos. Estaban en un período de transición de todos modos. Los dos compraron la huerta de 20 hectáreas (50 acres) de su abuela en 2015: aproximadamente 8 hectáreas (20 acres) de manzanas, 6 hectáreas (15 acres) de chabacanos, 4 hectáreas (10 acres) de duraznos y nectarinas y aproximadamente 0.8 hectáreas (2 acres) de cerezas.
Conner Sullivan fue el elegido para liderar la transición orgánica para casi toda su huerta —excepto las cerezas—, así como en 2.8 hectáreas (7 acres) de manzanas que pertenecen a su padre, Patrick Sullivan, quien posee una huerta adyacente.
Para reunir los requisitos para productos orgánicos, la huerta debe probar que ha usado solo insumos orgánicos certificados durante tres años. El WSDA trabaja con el solicitante desde el día 1 de ese período denominado de “transición” para lidiar con las banderas rojas a medida que aparecen.
El proceso no fue fácil ni barato, dijo Sullivan. Calcula que sus costos aumentaron de 30 a 50 por ciento por acre en comparación con la agricultura convencional. También pasó horas redondeando detalles. Querían saber si él plantó pasto orgánico en las hileras de paso de vehículos o si tiene válvulas de cierre de riego entre bloques orgánicos y convencionales.
“Cuando envié por primera vez mi documentación inicial, fueron muchas cosas”, dijo. “Quieren registros de todo, con razón, supongo”.
Pero considera que la comunicación en ambas direcciones mediante correos electrónicos, llamadas telefónicas y cartas fue transparente y clara, al menos en su caso.
Cuando Long finalmente vino para su inspección final en abril, pasó todo el día en la huerta de Sullivan, incluso sin detenerse para almorzar. La mayor parte del tiempo estuvo revisando minuciosamente el papeleo en la oficina. Luego, Long revisó el cumplimiento global de la caseta de productos químicos de Sullivan, para garantizar que los productos estuvieran correctamente etiquetados y almacenados.
Luego vino un recorrido en camioneta por la propiedad. Los dos bajaron de la camioneta de Sullivan para hacer un recorrido a pie a través de un bloque de Gala, donde Long tomó nota de la biodiversidad de los pastos de cobertura en las hileras de paso de vehículos, los emisores de feromonas de la polilla del manzano y las trampas de insectos alimentadas con energía solar, tan poderosas que en ocasiones matan a pequeñas aves. Long sacó incluso algunas fotos de una de ellas para referencias futuras.
El objetivo de cada inspector es encontrar el punto óptimo entre cooperar con el agricultor que lo solicite, sin juzgar ni aconsejar, dijo Long. El inspector no toma la decisión final respecto a la certificación de Sullivan. Escribe un informe y un revisor en Olympia, Washington, hace eso en un plazo de dos meses desde la visita. Sullivan recibió su certificado a principios de junio.
Sullivan les aconsejó a otros productores que están considerando el cambio, a que se preparen mucho y planifiquen los plazos cuidadosamente. Si va a fumigar, hágalo temprano, quizás antes de comenzar su período de transición de tres años. Si está plantando, encuentre árboles orgánicos certificados. Ambas cosas podrían adelantar la fecha de inicio de su transición y, por lo tanto, su año de certificación.
“Muchas de esas cosas las hemos estado aprendiendo en el camino”, afirmó.