En contraste con el cielo gris de finales del otoño, es difícil pasar por alto el penacho verde que se rocía en el huerto latente.
Es una solución muy colorida para un problema casi invisible.
Detrás de cada norma de etiquetado de plaguicidas se encuentran complejos cálculos de riesgo para proteger a los trabajadores, transeúntes y al medio ambiente de la deriva. Pero los métodos que usa la parte reguladora federal para determinar los márgenes de deriva de los rociadores de chorro de aire se remontan a décadas, y probablemente sobrestiman el riesgo en los huertos modernos.
“Todas las restricciones y declaraciones en las etiquetas se basan en un conjunto de supuestos del escenario del peor caso”, dijo Gwen Hoheisel, especialista del programa de extensión de la Universidad Estatal de Washington. “Si pudiéramos tener una mejor estimación y el peor de los casos no es tan malo como se estima actualmente, podría llevarnos a etiquetas menos restrictivas”.
Por eso, Hoheisel, WSU, el ingeniero agrícola Lar Khot y un equipo de asociados de investigación estaban ansiosos por ver la ruta de dicha nube verde fluorescente del rociador de chorro de aire. A simple vista, se podía ver algo de deriva más allá del bloque del huerto. Sin embargo, docenas de muestreadores de deriva que seccionan transversalmente hasta 600 pies a través del campo adyacente estaban listos para atrapar y medir cualquier partícula que los alcanzara.
Los datos recopilados con dichos muestreadores, en combinación con los datos de la estación meteorológica acerca de las condiciones precisas al momento de la aspersión, se incorporarán a un nuevo modelo para evaluar con mayor exactitud los riesgos de deriva. Se espera que el nuevo modelo beneficiará a los productores al evitar etiquetas innecesariamente conservadoras en el futuro.
Los productores financiaron la recopilación de datos a través de la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington, luego de que el gerente Mike Willet explicara cómo podría ser perjudicial para el negocio el seguir basándose en la metodología existente de la Agencia de Protección Ambiental.
Actualmente, el modelo se basa en una curva del escenario del peor de los casos que asume que todos los aerosoles están en los árboles latentes.
“Por ejemplo, con el carbaril (Sevin), asumen que usted está haciendo aplicaciones de carbaril cuando no hay hojas en los árboles. Y simplemente, eso no sucede”, les indicó Willet a los comisionados en la revisión de investigación de protección de cultivos de manzana el año pasado.
La subvención de $ 164,000 USD de la comisión para la Universidad Estatal de Washington para la recopilación de los datos de la deriva en 2018 y 2019 se basa en el trabajo anterior que la comisión comenzó en 2017 con aproximadamente $ 320,000 USD del Programa de Subvenciones del Bloque de Cultivos Especiales del Estado de Washington, el Departamento de Agricultura de los EE. UU. y el Servicio Forestal de los EE. UU.
El financiamiento apoyó el desarrollo de un nuevo modelo que refleja diferentes tamaños de copas de árboles, tipos de rociadores, posiciones de las boquillas, tamaños de gotas y condiciones climáticas. Ese modelo matemático ahora necesita los datos del mundo real de los estudios de la WSU para validarlo.
“La recopilación de datos y la escritura de los modelos cuesta mucho dinero, pero los productores están empezando a comprender que las regulaciones serán excesivamente restrictivas a menos que actualicen el modelo”, dijo Harold Thistle, un modelador de derivas que lidera el trabajo para construir el nuevo modelo de rociadores con chorro de aire. Recientemente se retiró después de una carrera trabajando con modelos de deriva de pesticidas para el Servicio Forestal.
El Servicio Forestal y la mayoría de los productores de cultivos en hileras que aplican pesticidas a través de aviones se benefician de lo que se llama un modelo mecánico para aplicaciones aéreas. Dicho modelo toma en cuenta docenas de variables para estimar con mayor exactitud el riesgo de deriva, dijo Thistle.
Pero para el trabajo en huertos, los actores de la industria química agrícola que adoptaron el modelo de rociado mecánico aéreo nunca llegaron a un modelo de chorro de aire, dijo. En lugar de dicho modelo, la EPA se basa en los datos del trabajo de campo de la deriva realizado hace 25 años y, como la agencia perdió su confianza en los datos no actualizados, ha realizado evaluaciones cada vez más conservadoras del riesgo para productores de árboles frutales, cítricos, nueces y uvas.
“Dado su mandato de proteger la salud humana y ambiental, la EPA ha vuelto a lo que infamemente se llama curva del manzano latente”, dijo Thistle. “Por supuesto, si rocías manzanos latentes, no tienes ningún follaje para interceptar el aerosol, por lo que obtienes la deriva mayor”.
En contraste, Thistle planea aprender de los datos que la Universidad Estatal de Washington recolecta en huertos de manzanos de alta densidad y validar el nuevo modelo mecánico con diferentes predicciones de riesgo para las posiciones de copa de árboles latentes, parciales y completas.
La industria los árboles frutales es la primera en financiar esta recopilación de datos necesaria para validar el nuevo modelo, pero Willet y Thistle esperan obtener el apoyo de los productores de cítricos, almendros y uva de vinificación para repetir la recopilación de datos.
A partir de enero, la industria de la uva de California estaba considerando respaldar un esfuerzo de recopilación de datos, pero los productores de nueces y cítricos aún no se habían comprometido, dijo Willett.
Los productores de uva pueden sacar el máximo provecho de una mejor evaluación de la deriva, indicó Willett, ya que el enfoque actual de la EPA supone que los productores de uva también rocían la copa de los árboles de manzanos latentes. En realidad, los viñedos tienen una deriva de menor orden de magnitud, ya que los rociadores apuntan hacia la copa de los árboles o utilizan tecnología de hilera, afirmó.
La Agencia de Protección Ambiental de California también está interesada en el nuevo modelo, dijo Willett. Actualmente, establece regulaciones que suponen que los pesticidas se aplican por avión, ya que el modelo de deriva aérea proporciona estimaciones de la concentración de cada producto químico en el aire.
“Entienden que es probable que estén sobrevalorando”, indicó Willett. “Si estuviera sujeto a las regulaciones de pesticidas en California y escuchara eso, inmediatamente pensaría, ‘¿cómo solucionamos esto?’”
El modelo requerirá datos de validación de cada tipo de producto antes de que pueda usarse para esos cultivos, pero podría terminarse solo para su uso en árboles frutales si no participan otros grupos de productos.
La validación requiere 20 estudios de rociado en cada escenario de cultivo. El tinte fluorescente de rastreo se puede lavar y extraer de los muestreadores (tarjetas de papel, pequeños pedazos de follaje falso, como los de un árbol de Navidad artificial y cuerdas que se extienden a 25 pies de alto) para medir en el laboratorio, dijo Khot. Los investigadores configuraron el rociador con base en las mejores prácticas de manejo para un huerto de huso alto.
Khot y su equipo volverán a realizar los mismos estudios este verano, cuando las copas de los árboles del huerto estén en plenitud.
“La construcción de modelos puede ser difícil. No hay juego de palabras: Necesitamos comparar manzanas con manzanas”, afirmó Thistle. Así que él y su colaborador, el físico de partículas Milt Teske, han trabajado con la EPA para garantizar que el modelo satisfaga sus requisitos regulatorios.
“Estamos tratando de obtener un enfoque más real y esperamos que les ayude a todos”, indicó Thistle, haciendo referencia tanto a la parte reguladora como a los productores.
Una vez equipada con este modelo mecánico, la EPA podrá redactar regulaciones que reflejen mejor los riesgos de deriva de la tecnología actual de rociado y también incentivar una mayor inversión en tecnología para la reducción de la deriva, dijo Hoheisel.
“La industria de los árboles frutales está migrando a la tecnología de baja deriva”, dijo. “El beneficio para los productores es una mejor protección de los cultivos y menos sacrificios. Pero con una menor presencia de deriva, al minimizar dicho factor de riesgo con una mejor tecnología, los productores podrían beneficiarse de las diferentes regulaciones que reconocen las mejores prácticas”.
Esa es la meta a largo plazo. Y aunque las zonas de amortiguamiento no son populares entre los productores, el cambio de la EPA hacia los amortiguadores puede ayudar realmente a que los esfuerzos de reducción de la deriva rindan frutos, dijo Thistle. Si la tecnología de baja deriva permite que la parte reguladora reemplace el requisito de un amortiguador de 100 pies con un amortiguador de 25 pies, eso es un fuerte incentivo económico.
“Las zonas de amortiguamiento realmente pueden hacer que muchas tierras queden fuera de la producción y si están utilizando los modelos conservadores, puede perjudicar a los productores”, dijo Thistle. “Hace veinte años, la gente decía: ‘¿por qué debería invertir dinero para hacerlo mejor?’ Pero los amortiguadores pueden realmente incentivar el uso de mejores tecnologías de rociado”.
No hay garantía de que la parte reguladora utilice el nuevo modelo de deriva de esta manera, pero todos los involucrados siguen siendo optimistas de que una mejor evaluación del riesgo asegurará que las futuras regulaciones no sean innecesariamente conservadoras.
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