Para la mayoría de la gente, se necesita una lupa para ver la filoxera amarilla con forma de balón de fútbol americano alimentándose de las raíces de las vides, pero la detección de los daños en las raíces causados por la plaga puede hacerse a simple vista, según los expertos de la Universidad Estatal de Washington (WSU) que en agosto pasado dirigieron un taller de detección de danos causados por la plaga, en el viñedo Figgins Estate Vineyard, en Walla Walla, como parte de la jornada de campo de la Sociedad de la Uva del Estado de Washington. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Para la mayoría de la gente, se necesita una lupa para ver la filoxera amarilla con forma de balón de fútbol americano alimentándose de las raíces de las vides, pero la detección de los daños en las raíces causados por la plaga puede hacerse a simple vista, según los expertos de la Universidad Estatal de Washington (WSU) que en agosto pasado dirigieron un taller de detección de danos causados por la plaga, en el viñedo Figgins Estate Vineyard, en Walla Walla, como parte de la jornada de campo de la Sociedad de la Uva del Estado de Washington. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

No encontrará la filoxera en el lugar de los hechos.

Este insecto, que se alimenta de las raíces, puede causar un grave declive en las vides que han crecido por sus propias raíces y no en raíces de injerto, pero para cuando aparecen síntomas graves en la canopia, al excavar bajo las vides sólo descubrirá la prueba: raíces atrofiadas.

Los culpables, sin embargo, se han ido a pastos más verdes.

“A la filoxera le gusta alimentarse de las raíces sanas, así es que primero vamos al peor lugar del viñedo y luego a las vides sanas más cercanas”, dijo Michelle Moyer, profesora y especialista de la extensión de viticultura de la Universidad Estatal de Washington (WSU), mientras explicaba cómo buscar pruebas de infestación de la plaga.

El viticultor Jason Magnaghi cree que esta es la razón por la que tardó años en darse cuenta de que la filoxera era la fuerza impulsora del declive sanitario del viñedo Figgins Estate, en Walla Walla.

“Siempre buscábamos en los peores lugares, pero no encontrábamos nada (definitivo)”, dijo. Las raíces, sin embargo, tenían un aspecto terrible, sin ninguna de las raicillas finas que hacen la mayor parte del trabajo de la absorción del agua y los nutrientes. Ahora el viticultor sabe que es un rasgo distintivo. “Si hubiera sabido lo que buscaba, lo habría encontrado hace 10 años”.

En cambio, Magnaghi encontró pruebas de la presencia de filoxera hace cinco años y fue uno de los primeros viticultores en dar la voz de alarma de que los viñedos de Washington no eran tan inmunes como muchos creían. “No es sólo un problema de Walla Walla”, afirmó Moyer, quien añadió que ha identificado la plaga en muestras de zonas vitícolas americanas (American Viticultural Areas) de todo el estado.

Para ayudar a otros miembros del sector a conocer a qué deben prestar atención, Magnaghi y el propietario del viñedo, Chris Figgins, invitaron a la Sociedad de la Uva del Estado de Washington (Washington State Grape Society) y a la WSU a organizar una jornada de campo en el viñedo y ofrecer a los asistentes la oportunidad de ver de cerca los daños causados por la filoxera.

Según Moyer, en muchos viñedos en los que se ha detectado la filoxera, es probable que los síntomas hayan pasado desapercibidos durante décadas.

Los viticultores suelen decir que las parcelas infestadas eran las mejores hace cinco o diez años. Esto se debe probablemente a que los daños de las raíces proporcionaban una “administración de la canopia gratuita” hasta que los daños se agravaron.

El bloque de uvas de vinificación donde se presentó la jornada de campo muestra la progresión de los daños de la filoxera en una sola hilera, como se ve en estas tres fotos. No busque bajo las cepas más dañadas, en la parte inferior, porque a la filoxera le gusta alimentarse de raíces sanas y ya se habria desplazado a las cepas más robustas de la hilera. La distancia entre las cepas gravemente dañadas y las saludables bajo las que se encontró la filoxera es de unos 36 pies. (Photos by TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
El bloque de uvas de vinificación donde se presentó la jornada de campo muestra la progresión de los daños de la filoxera en una sola hilera, como se ve en estas tres fotos. No busque bajo las cepas más dañadas, en la parte inferior, porque a la filoxera le gusta alimentarse de raíces sanas y ya se habria desplazado a las cepas más robustas de la hilera. La distancia entre las cepas gravemente dañadas y las saludables bajo las que se encontró la filoxera es de unos 36 pies. (Photos by TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Encontrando la filoxera

Para encontrar una plaga que se alimenta de las raíces, hay que ir donde están las raíces. Gwen Hoheisel, de la WSU Extension, llevó a los asistentes en una expedición de excavación en el suelo arenoso bajo los emisores de goteo.

Bajo las vides más atrofiadas, el suelo estaba suelto, con sólo algunas raíces estructurales y sin encontrar raíces laterales o raicillas finas. “Es increíble con lo que pueden sobrevivir las vides”, dijo Hoheisel.

Varias vides más allá en la hilera, que tenían una canopia de mejor aspecto, pero aún rala, en las cuales los asistentes al día de campo desenterraron muestras de raíces que tenían más raicillas finas, pero también mostraban las reveladoras agallas formadas tras la alimentación de la filoxera, evidentes a simple vista si se sabe qué buscar. Parecen “excremento de ratón”, disculpándose y defendiéndose al mismo tiempo por la eficaz analogía que puede considerarse de mal gusto. Al principio las agallas son del color crema, pero al secarse se vuelven de color marrón.

Más adelante en la hilera, bajo vides de aspecto saludable, el grupo descubrió raíces robustas y a la mismísima plaga. Varias etapas de vida de este insecto parecido a un pulgón pueden estar presentes al mismo tiempo, las ninfas con el aspecto de “pequeños balones de futbol americano” en diferentes tonos desde amarillo a marrón claro. Una lupa de mano, del poder de aumento de 20x o 30x, ayudará en la detección.

Además de buscar en el lugar adecuado, hay que buscar en el momento adecuado, dijo Moyer. A la filoxera no le gusta el calor y en pleno verano se adentra más en el suelo. El mejor momento para buscarla es a principios del otoño cuando el suelo se enfría o bien a finales de la primavera.

“La ausencia de filoxera no significa que no está allí”, afirma.

Los asistentes a la jornada de campo de la Sociedad de la Uva del Estado de Washington aprenden los tipos de muestras de raíces que hay que buscar en la caza de la filoxera. Las muestras de raíces con muchas raicillas finas, como las de la derecha, están sanas, mientras que en las raíces con menos raicillas finas pueden verse agallas hechas por la filoxera. Las muestras sin raicillas finas indican daños anteriores por filoxera, que provocan síntomas de declive de la canopia. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Los asistentes a la jornada de campo de la Sociedad de la Uva del Estado de Washington aprenden los tipos de muestras de raíces que hay que buscar en la caza de la filoxera. Las muestras de raíces con muchas raicillas finas, como las de la derecha, están sanas, mientras que en las raíces con menos raicillas finas pueden verse agallas hechas por la filoxera. Las muestras sin raicillas finas indican daños anteriores por filoxera, que provocan síntomas de declive de la canopia. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

La administración de la filoxera

Dado que los productores están encontrando la plaga por todo el estado, Moyer recomienda unas estrategias preventivas para evitar la propagación.

“Cuando usted mueve la tierra, usted puede mover la filoxera”, dijo.

Todos los asistentes al día de campo se pusieron cubre botas desechables para evitar llevarse recuerdos a casa. Ella recomienda usarlas a quienes visitan habitualmente varios viñedos. Los viticultores también deben limpiar cuidadosamente sus propias botas y también su equipo, incluidos los neumáticos de sus tractores o vehículos todoterreno, la parte inferior de los cultivadores de vides y asimismo los contenedores (bines).

Tras detectar la filoxera, los viticultores suelen preguntar sobre las opciones de control, explicó Moyer. Su respuesta es sencilla.

“Los insecticidas son un curita”, afirmó. “La solución verdadera es los portainjertos”.

—Los viticultores llevan más de un siglo injertando la vid vitis vinifera en portainjertos que tienen la resistencia de las vides silvestres norteamericanas. Dado que existe esta solución bien estudiada, hay pocas subvenciones disponibles para otros aspectos de la investigación de la filoxera, como por ejemplo su ciclo de vida en Washington, añadió.

Aunque hay varios insecticidas indicados para la filoxera, estos no eliminan la plaga, sólo la suprimen.

“A lo largo de los años, inconscientemente hemos estado suprimiendo la filoxera con el insecticida sintético imidacloprid para controlar las cochinillas”, dijo. Una vez que las vides han decaído gravemente, los insecticidas no pueden hacer gran cosa, añadió, así es que lo mejor es utilizarlos desde el principio.

Magnaghi afirmó que el uso de insecticidas, el refuerzo del riego, la nutrición y la eliminación de cultivos de cobertura para reducir la competencia “sólo ralentizan lo inevitable” y dan tiempo al viñedo para ejecutar su plan de replantación. En los próximos 10 años, sus 30 acres de viñedo se replantarán íntegramente sobre portainjertos.

“Nunca volveré a plantar una viña con su propia raíz”, afirmó Magnaghi. “Cuando quitas vides de 10 años, duele mucho”.

Este artículo ha sido traducido por Jean Dibble y revisado por Jutsely Rivera. Puede ponerse en contacto con Jean en jean@goodfruit.com.


por Kate Prengaman