Una serie de experimentos en curso y un estudio de portainjertos están tratando de aclarar un problema que a menudo es invisible en los viñedos de Washington: los nemátodos fitoparásitos.
Aunque muchos productores en California han recurrido a portainjertos para proporcionar resistencia al daño causado por los nemátodos, las plagas no se han documentado, lo que causa pérdidas para los productores de Washington.
Pero con la resiembra en toda la industria, la presión de los nemátodos puede convertirse en un problema mayor, afirma la viticultora de la Extensión de la Universidad Estatal de Washington, Michelle Moyer.
“En un viñedo de 30 años podrías tener una alta densidad de nemátodos, y las plantas podrían estar bien porque su sistema de raíces sumamente establecido puede resistir la alimentación”, aseguró Moyer en enero en una presentación ante la Comisión del Vino del Estado de Washington, quien ha financiado su investigación sobre el tema. “Pero si se elimina eso y se ponen plantas nuevas y raíces pequeñas, bueno, los nemátodos los afectarán enormemente”.
En 2014, Moyer se asoció con la patóloga de plantas Inga Zasada del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, quien se especializa en parásitos nemátodos de cultivos frutales, para plantar un viñedo de prueba con el fin de evaluar el manejo de nemátodos mediante la fumigación, el uso de portainjertos y nuevos plaguicidas.
Su hallazgo inicial fue que el impacto de la fumigación previa a la siembra solo dura alrededor de 12 meses, informó Moyer. Si se fumiga en el otoño y se planta en la primavera, en la manera que lo hicieron, significa que las poblaciones de nemátodos ya se están reconstruyendo unos seis meses después de la siembra.
Específicamente, estaban examinando el nematodo agallador del norte, un parásito pequeño que vive la mayor parte de su vida dentro de las puntas de las raíces, extrayendo nutrientes de su planta huésped.
Un pariente cercano, el nematodo agallador del sur, es un problema importante en los viñedos de California.
Dañan a sus anfitriones mediante la reducción de los nutrientes y el retraso del crecimiento de las raíces, explicó Zasada. En estudios de invernadero, ella ha observado tasas de daño tres veces más altas en las variedades blancas, tal vez porque esas vides tienden a tener un mayor número de las raíces finas que prefieren los nemátodos.
A menudo, el daño pasa desapercibido porque los síntomas (crecimiento y rendimiento reducidos) podrían atribuirse a muchos factores. “Los productores dicen: ‘No vemos ningún impacto de nemátodos’, y yo digo: ‘¿cómo lo saben?'”, indicó Zasada. “Una plaga que no puedes ver es difícil, sino imposible, de analizar”.
Y en este momento, todavía no hay una buena evaluación del impacto que está teniendo el nematodo agallador en los viñedos de Washington. Es difícil de evaluar porque el daño se acumula lentamente con el tiempo debido a la pérdida de productividad de la raíz.
“El daño por los nemátodos en cultivos perennes es una lección de historia. No podemos solo arrojar una vid en una maceta con un montón de nemátodos porque la respuesta no se ve sino hasta después de varios años”, aseguró Zasada, “pero creo que estamos de camino hacia el éxito”.
Zasada y Moyer esperan que su viñedo experimental ofrezca alguna información en los próximos años, ya que compararán los pesos de poda y los rendimientos de las vides resistentes y susceptibles a los nemátodos.
Potencial del portainjerto
El viñedo experimental incluye vides cultivadas en varios portainjertos que mostraron resistencia a los nemátodos agalladores del norte en los primeros estudios de invernadero de Zasada, junto con vides propias y auto injertadas.
Parte del viñedo se fumigó antes de la siembra, otra parte no, y en algunas áreas los investigadores incluso agregaron nemátodos adicionales.
Los datos del primer año parecen prometedores para los portainjertos. “Los portainjertos hicieron lo que se suponía que debían hacer, incluso cuando inoculamos los suelos con una presión de nemátodos realmente alta”, informó Moyer.
“Creo que los portainjertos realmente son el futuro”, aseguró Zasada. “Vamos a perder fumigantes en la próxima década o dos (debido a regulaciones ambientales), por lo que, si los productores tienen algún problema de nemátodos, no tendrán ninguna salida. Esta es la razón por la cual los portainjertos son atractivos como una forma no química y muy eficiente para abordar los problemas de los nemátodos.”
Otro aspecto de su estudio analiza qué nematicidas comerciales podrían ser efectivos para controlar una población de nemátodos después de plantar el viñedo.
Dos productos que actualmente no están etiquetados para su uso en uvas viníferas parecen bastante prometedores para controlar el nemátodo agallador, declaró Moyer. Sin embargo, el pesticida solo funciona cuando el nematodo se mueve activamente a través del suelo durante su segunda fase juvenil. Estos nemátodos juveniles luego infectan las puntas de las raíces nuevas.
Moyer también está desarrollando un modelo para rastrear la manera en la que la fenología del nemátodo responde a la temperatura del suelo y al enjuague de las raíces para que los productores puedan dirigir los tratamientos de manera efectiva.
Durante el estudio de campo a largo plazo, los investigadores también analizar la manera en que las prácticas vitícolas como el manejo de nutrientes e irrigación podrían ayudar a las vides a superar la susceptibilidad a la presión de los nemátodos. Están buscando fondos adicionales para continuar el estudio.
Con el tiempo, la investigación deberá ser capaz de ayudar a los productores a entender mejor el manejo de la presión de los nemátodos, tal como la densidad de población que requiere acción, ya sea mediante la aplicación de nematicidas en los viñedos existentes o el uso de portainjertos en la resiembra.