Lo primero que usted debe saber sobre el nuevo criador de cerezas de la Universidad Estatal de Washington, Per McCord, es que su nombre se pronuncia “Pear” en inglés y que suena fonéticamente “per” en español, como la fruta con la que no trabaja en el proceso de obtención. Después de eso, debe saber que él quería convertirse en un criador de plantas desde aproximadamente los 12 años, antes de que realmente supiese qué significa este término.
Heredó la habilidad para la jardinería de su abuela, trabajando en el jardín y examinando catálogos de bulbos de flores cuando era niño en Seaside, Oregón. También devoró un artículo de National Geographic sobre el ADN y un libro sobre Luther Burbank —botánico estadounidense y pionero en ciencias agrícolas— y encontró su vocación a una temprana edad.
“Pensé, ‘¡Vaya! Quiero hacer eso. Quiero crear nuevas variedades de plantas’”, relató McCord.
McCord llegó a principios de abril al Centro de Extensión e Investigación de Agricultura de Riego de la WSU. Ahora encabeza un programa de obtención de frutas de hueso en apuros, prácticamente paralizado desde principios de 2016 cuando su predecesor, Nnadozie Oraguzie, renunció con la esperanza de crear nuevas variedades de cerezas.
Las cualidades de la cereza dulce que son su principal objetivo son la madurez temprana y tardía, los frutos grandes y la buena firmeza.
McCord, quien pasó los últimos cinco años como investigador en genética de caña de azúcar en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, ya comenzó la polinización cruzada de varias variedades experimentales, pero dado que las nuevas variedades de fruta tardan más de 20 años en desarrollarse, planea realizar mayormente tareas de limpieza organizacional al principio de su mandato en la WSU. Tiene tres objetivos principales para su primer año en el trabajo.
—Desarrollar una base de datos relacional que cuente con todo el trabajo realizado antes de su llegada. Varias variedades aún sin nombre habían alcanzado los ensayos replicados de fase II y habían demostrado ser prometedoras. Él quiere crear una bóveda digital que mantenga información sobre todas esas características en la punta de sus dedos, una tarea que consume tiempo. “Sé que eso no suena muy glamoroso, pero permite rastrear el desempeño de una posible nueva variedad de manera muy poderosa”, afirmó.
—Reunir y documentar más datos de los ensayos de plántulas de fase II y fase I existentes.
—Producir una nueva cosecha de plántulas de cruces hechos con progenitores deseables.
McCord ha trabajado anteriormente en la estación del recinto de Prosser de la WSU, donde pasó varios años trabajando con alfalfa y papas como estudiante postdoctoral. Luego, fue a Canal Point, Florida para trabajar con la caña de azúcar.
McCord cree que su experiencia con la caña de azúcar lo ayudará a administrar el programa de mejora de cerezas. Por un lado, la caña de azúcar solo florece una vez al año, como las cerezas, por lo que la planificación es fundamental.
“En concreto, se tiene una oportunidad al año”, afirmó. Además, la caña de azúcar es una planta grande que requiere mucho trabajo físico, al igual que los cerezos.
Una de sus motivaciones terciarias para regresar a Prosser es la oportunidad de trabajar con estudiantes de posgrado. Algo que no pudo hacer demasiado en Florida.
McCord obtuvo su licenciatura de la Universidad Brigham Young, y su máster y doctorado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Raleigh. Anteriormente trabajó con la genética de las frambuesas y los melocotones durante sus estudios.
McCord y su esposa, Julie, quien es lingüista, tienen cinco niños educados en casa. Sus pasatiempos incluyen tocar el piano, levantar pesas y el tiro deportivo.