En uno de los primeros días cálidos del año, a principios de marzo, Robert Rodríguez busca ácaros rojos bajo una arcada de ramas sin frutos de Granny Smith; se detiene de vez en cuando para golpear las ramas y recoger los insectos que caigan en su bandeja blanca, e inspecciona algunos brotes con una lupa.
Al final de su fila, se une a otros trabajadores que cargan las mismas herramientas para subirlas en un autobús rotulado “Equipo de exploración”.
“Habrá momentos en los que tendremos que realizar inspecciones, desde ahora hasta agosto”, indicó Rodríguez.
Formar, capacitar y movilizar equipos de exploración son parte esencial de las estrategias de manejo integrado de plagas tanto para productores orgánicos como convencionales, declaró Dain Craver, un asesor de huertos en Royal City, Washington.
“He intentado convencer a otros productores a que formen sus propios equipos de exploración”, indicó Craver.
Craver, dueño de DAC Consulting y de algunos huertos, contrata a sus exploradores en granjas cercanas a Royal City para que trabajen horas extras durante las tardes o los sábados y domingos. Varios de los grandes huertos de la industria ya movilizan sus propios equipos de exploración, pero Craver se imagina que la práctica se tornará más común conforme crezca la demanda de fruta orgánica y la creciente controversia y el costo asociado con el rociado de los huertos convencionales.
“Creo que veremos más y más gente haciéndolo”, declaró.
Vale su precio
El resto de los ponentes de la reunión anual de la Asociación de Árboles Frutales del Estado de Washington en diciembre hicieron eco de ese sentimiento.
Teah Smith de Zirkle Fruit Company considera la exploración como una herramienta esencial del manejo integrado de plagas.
“La clave es determinar qué está presente, qué no está presente y entonces determinar si lo que se ve en el campo concuerda o no con la fenología y los modelos que se están observando”, les explicó a los productores durante la reunión anual de la Asociación de Árboles Frutales del Estado de Washington en diciembre en Kennewick, Washington.
Ella recomienda realizar exploraciones cuidadosas y detalladas antes y después de rociar, y liberar insectos que sean predadores naturales. “La exploración es clave para determinar qué tan bien está funcionando su programa de manejo integrado de plagas”, aseguró.
Craver estima que un productor necesitaría presupuestar cerca de $10 dólares por acre para establecer un equipo explorador.
José Ramírez, uno de los clientes más antiguos de Craver, lo considera dinero bien invertido. “Es un mundo competitivo. Se gasta mucho dinero, pero uno también lo quiere invertir bien”, indicó Ramírez, quien administra Stein-Manzana Orchards y es dueño de El Paraiso Orchards, ambos ubicados en Royal City. También es expresidente de la Asociación de Árboles Frutales del Estado de Washington.
Ramírez trabajó una vez como explorador para Craver y conoce sus insectos, pero todavía contrata al equipo de Craver para identificar problemas que él pueda pasar por alto. “No queremos asumir que todo está bien simplemente porque no veamos nada nosotros mismos”, declaró.
Credibilidad en la industria
El programa de exploración de Craver se remonta a los años noventa, cuando capacitó a sus exploradores él mismo. A principios de la década del 2000, ayudó al Programa de Empleados Hispanos de Huertos del Colegio Comunitario del Valle de Wenatchee a establecer una clase sobre el manejo integrado de plagas para capacitar a los exploradores, donde Ramírez tuvo sus inicios. Hoy en día, casi todos los exploradores de Craver asisten a la clase.
Mientras viajaba de un huerto a otro en un autobús con el logo de Craver, los exploradores indicaron que les gustaba el trabajo adicional y la oportunidad de conocer otro aspecto de cultivar árboles y mejorar sus habilidades.
Craver los moviliza una vez a la semana —con mayor frecuencia durante la floración, debido a la variedad de plagas durante esa temporada— y los reúne el siguiente día para comparar las notas que hacen en los cuadros a mano. También traen con ellos bolsas de plástico con muestras que contienen evidencia de plagas o enfermedades.
“Son competitivos, simplemente no te lo van a decir”, explicó Craver. “Les gusta traer la bolsa y mostrármela”.
Cuando los exploradores salieron del autobús nuevamente, se dispersaron por un bloque de Honeycrisp para golpear las ramas e inspeccionar los brotes. Al salir por el otro lado, compararon los resultados. Geronimo Gordillo encontró un conjunto de pulgones lanígeros, mientras que otro explorador encontró un pulgón verde, un descubrimiento poco usual para principios de marzo.
“¿Qué hace un pulgón verde aquí?”, gritó Craver, quien trabaja de noche como locutor de baloncesto en la escuela superior Royal High School.
Craver piensa que su equipo de exploración tiene mucha credibilidad en la industria.
“Me parecen geniales”, indicó Craver. “Los conocen como el equipo de exploración. De alguna manera eso te da cierto estatus”.
– por Ross Courtney