La historia y la geografía han hecho que la zona de cultivo norteña de Washington no tenga suerte con algunas de las cartas del juego actual de las manzanas.
La consolidación ha dejado pocas opciones de envasado en el valle del río Okanogan, los suelos rocosos hacen que la labor del terreno sea complicada, y el terreno montañoso perjudica a los productores que quieren expandirse. El productor Dave Taber, considerado un productor importante de la zona, cultiva 12 hectáreas (300 acres) repartidos en 14 lugares diferentes.
“Es una locura”, dijo Taber.
Sin embargo, los productores independientes de la región tienen algunos ases bajo la manga. El microclima es propicio para las variedades club con parentesco con Honeycrisp, mientras que las relaciones con empresas más grandes han proporcionado acceso a esas variedades y, en varios sentidos, han impulsado la región.
“Creemos que tenemos, quizá por primera vez en nuestra vida, una verdadera ventaja geográfica”, dijo Allen Godwin, que gestiona una huerta familiar con su hermano, Sam Godwin, en Tonasket.
Las colinas de la región moderan las máximas temperaturas de la tarde, lo que favorece el enfriamiento nocturno y reduce los días de calor extremo. Las cerezas, las peras y las manzanas, especialmente las Honeycrisp, sensibles al sol, prosperan en estas condiciones.
No es precisamente que haga frío en el estrecho extremo norte del valle del río Okanogan, que se extiende 60 kilómetros (38 millas) al sur de la frontera canadiense hasta la comunidad de Riverside, justo al norte de Omak, donde el valle empieza a ensancharse.
Las máximas temperaturas diurnas en julio y agosto de los últimos 10 años en Oroville, a pocos kilómetros al sur de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, alcanzaron en promedio entre 31.1 y 30.8 °C (88.4 y 87.4 °F), respectivamente, con una variación entre 1.1 y 1.7 °C (2 y 3 °F) de las temperaturas en Mattawa, Wenatchee, Pasco y otras localidades situadas a cientos de kilómetros al sur, según los datos históricos de AgWeatherNet de la Universidad Estatal de Washington.
Sin embargo, el calor extremo es menor, según la red climatológica. La estación de Oroville registró 43 días a 38 °C (100 °F) o más en los últimos 10 años, mucho menos que en las demás comunidades. El período más largo de días consecutivos con más de 32 °C (90 °F) en la región fue de 13 días, un período relativamente corto comparado con las regiones de cultivo del sur del estado.
SugarBee y otras
Estas dinámicas de temperatura hacen que la zona sea ideal para la variedad SugarBee, un descendiente de la Honeycrisp que está ganando impulso comercial, dijo Harold Schell, director de desarrollo de variedades de Chelan Fruit, una de las tres empresas de envasado que trabajan con los productores del valle del río Okanogan.
La SugarBee, un producto de Regal Fruit International procedente de una Honeycrisp de polinización abierta en Minnesota, crece en todo Washington en latitudes tanto del norte como del sur, pero los productores del sur requieren más ventilación en la parte superior o una malla de sombra, dijo Schell.
Chelan Fruit, una cooperativa en Chelan, y Gebbers Farms, una gran empresa privada con sede en Brewster, comparten los derechos. Ambas empaquetaron conjuntamente unos 8000 contenedores en el 2019 y 27,000 en el 2020, dijo Schell. Este año, llegarán a unos 50,000.
Las empresas consideran que la variedad SugarBee es un reemplazo de la Red Delicious, ya que sus fechas de cosecha son similares. Las mejores calidades de la manzana club cuestan USD $65 por caja, dijo Schell.
Para mantener esos precios altos, cada uno de los dos titulares de licencias ha limitado las plantaciones a 607 hectáreas (1500 acres), dijo Schell. Los productores comenzaron a plantar en Washington en el 2014 y alcanzarán esos niveles máximos en uno o dos años, señaló.
Las dos empresas tienen también los derechos en Norteamérica para la variedad Dazzle, una manzana neozelandesa, mientras que Chelan Fresh, una asociación comercial entre Gebbers y Chelan Fruit, está experimentando con Lucy Rose y Lucy Glo, dos manzanas de mesa de pulpa roja. Honeybear Growers, una empresa de Brewster que trabaja con 35 productores del norte de Washington tiene Pazazz. Y, por supuesto, algunos productores apuestan por la WA 38, comercializada como Cosmic Crisp, una variedad abierta a todos los productores de Washington.
Todas esas variedades tienen a Honeycrisp en su descendencia, donde el clima más frío ayuda a la calidad.
“Mi opinión es que tenemos una ligera ventaja porque aquí es un poco más frío”, dijo Jim Divis, director general de Honeybear.
Las nuevas variedades son una apuesta arriesgada en el saturado mercado de la fruta, dijo Divis. La Pazazz, que se plantó por primera vez a escala comercial hace cinco años, constituye alrededor del 10 % del catálogo de la empresa, mientras que la Honeycrisp representa aproximadamente el 60 %, indicó Divis, en comparación con el 11 % del conjunto del estado.
El microclima también es bueno para las cerezas, mencionó Cass Gebbers, director general de Gebbers Farms. En la región, que Gebbers llama “el Distrito Norte”, se cultivan Lapins, Skeena y otras variedades desarrolladas en la estación de investigación de Summerland (Columbia Británica), a unos 80 kilómetros (50 millas) al norte, en el valle canadiense de Okanagan, que forma parte de la misma formación geológica con condiciones de cultivo similares, pero con una escritura diferente.
Los lugares de cultivo elevados y bordeados con crestas, como los del Distrito Norte, acentúan las diferencias entre las temperaturas máximas del día y las mínimas de la noche, lo que ayuda a que la fruta desarrolle una estructura celular ácida y robusta que se mantiene mejor en el almacenamiento y el transporte, explicó Gebbers. Además, las montañas protegen a los árboles frutales de los vientos perjudiciales, afirmó.
Historia y futuro
Si la apuesta por las variedades derivadas de la Honeycrisp da resultados, pocas regiones necesitan más buena suerte que el valle del río Okanogan. La consolidación ha golpeado con fuerza en la zona, que antaño albergaba docenas de almacenes independientes de empaquetado de fruta. En el año 1974, las cooperativas Omak Fruit Growers y Brewster Mutual Growers Association se fusionaron para convertirse en Mutual Apple Growers Inc. o MAGI. MAGI se fusionó con más empresas a lo largo de las décadas de 1980 y 1990, y luego se combinó con Trout-Blue Chelan en el 2004 para formar Chelan Fruit, con sede a más de dos horas al sur de Oroville.
La última instalación local del centro-norte de Washington cerró en 2016, cuando quebró Gold Digger Apples de Oroville, una cooperativa llamada así por las raíces mineras de la zona. Chelan Fruit, que ya estaba bien posicionada en el norte gracias a fusiones anteriores, absorbió a la mayoría de los aproximadamente 40 productores de Gold Digger y compró uno de los edificios de la empresa en Oroville para utilizarlo como almacén de recepción.
Gebbers compró el resto de las instalaciones, incluidas las líneas de envasado de manzanas y cerezas de Oroville, que utiliza para su propia fruta, preservando cientos de puestos de trabajo locales. La empresa también ha replantado la mayor parte de los huertos adquiridos en la venta por la quiebra de Gold Digger con nuevas variedades patentadas con modernas estructuras de árboles. Los productores locales han sido diligentes a la hora de hacer lo mismo, dijo Gebbers.
“El negocio de las manzanas ha sido una tarea difícil durante varios años, y se ha producido una cierta agitación”, dijo Gebbers. “Sin embargo, el resultado es que las mejores zonas de cultivo siguen aquí y produciendo”.
Gebbers, una de las empresas de producción más grandes del estado, proporciona una escala corporativa a la zona, pero la composición de la región es mayoritariamente de pequeñas huertas familiares, como la de los Taber, la de los Godwin y la huerta de Richard y Jill Werner.
Jill, licenciada en economía agrícola por la Universidad Estatal de Washington, creció con cinco o seis empacadoras solo en Oroville y recuerda los días en que su padre y sus amigos se sentaban en el capó de sus camiones esperando su turno para descargar. Pero no pierde el tiempo con la nostalgia. Las pequeñas empresas de antaño tuvieron que fusionarse para obtener alguna ventaja en el mercado global.
“Soy lo suficientemente realista como para no pasar mucho tiempo suspirando por ello”, afirmó.
Incluso Richard, conocido por sus decisiones hortícolas conservadoras, está de acuerdo en que las variedades club son el camino por seguir.
“Sé que he dicho que no apoyo las variedades club, pero he tenido que reinventarme”, dijo entre risas.
El juego de cartas simplemente ha cambiado en la zona, y los jugadores siguen adaptándose.
“Han cambiado muchas cosas y hay más cambios por venir”, dijo Taber, miembro de la junta directiva de Chelan Fruit.
—por Ross Courtney