Tres fenómenos meteorológicos ocurridos en los últimos dos años se han unido contra los productores de peras del Noroeste, reduciendo la cosecha prevista a su volumen más bajo en los últimos 40 años, lo que arroja una niebla de incertidumbre sobre las estrategias de la cosecha y la comercialización.
Tambien les pesa mucho a los productores.
“Hemos pasado mucho tiempo animándonos los unos a los otros”, afirmó Kevin Carney, productor de Cashmere, Washington, y miembro de la junta directiva de Pear Bureau Northwest.
Estaba previsto que en el septiembre pasado se publicaría una estimación oficial de la cosecha, pero los productores y las bodegas se han pasado la temporada haciendo sus propios pronósticos. En el distrito de Wenatchee, las pérdidas oscilan entre el 30% y la pérdida total, dependiendo del lugar.
Mientras tanto, hay una buena cosecha en los distritos del Columbia Gorge y el Valle de Yakima, dijo Doug Gibson, vicepresidente de Mount Adams Fruit.
Los problemas meteorológicos comenzaron en el otoño del 2022, cuando las bajas temperaturas llegaron antes de que los árboles se aclimataran. Los productores de la zona recuerdan bien cuando las hojas no caían de los árboles.
Las hojas persistentes en sí no dañaron nada, y la fruta cuajó bien en la primavera del 2023, dijo Ray Schmitten, director general de Blue Bird Inc., una cooperativa de empaque de Cashmere. Pero el frío dañó los brotes que habían empezado a formarse para la cosecha del 2024.
Luego, en enero de este año, otro frente frío árctico trajo cinco noches de temperaturas bajo cero Fahrenheit, según AgWeatherNet de la Universidad Estatal de Washington (WSU). Cashmere estableció un récord de -12 grados Fahrenheit el día 13 de enero. Eso dañó el cambium de los brotes hasta el punto de no soportar las flores nuevas, dijo Schmitten. Todas las zonas del noroeste sufrieron el impacto. Aunque los peores daños se produjeron en la Columbia Británica, Canadá, las pérdidas de peras de Washington se centraron en las zonas más elevadas del valle del río Wenatchee.
Unos meses más tarde, en abril, las heladas dañaron mucha de la fruta inmadura que había logrado cuajar, marcándola y cicatrizándola hasta el punto de que las plantas de enlatados ni siguiera la aceptan.
Incertidumbre
Estos tres acontecimientos han dejado a los transportistas y los responsables de la industria inseguros sobre sus planes. Hasta cierto punto, un bajo volumen puede significar precios más altos. La preocupación es que van a perder espacio en las estanterías de los comercios y quizá no recuperarlo nunca.
Ese fue uno de los principales puntos de debate durante las reuniones del sector en mayo de este año, cuando Pear Bureau Northwest fijó su presupuesto anual. Para compensar, el grupo que promueve colectivamente las peras bajo un orden federal de comercialización aumentó las cuotas de comercialización por primera vez en 25 años.
Carney y Schmitten votaron en contra del aumento. Carney argumentó que era un mal año para aumentar los costes de los productores. Schmitten pidió más debate.
La escasa cosecha afectará a la comercialización de las peras.
“Va a haber un impacto”, dijo Jeff Correa, director de marketing internacional de Pear Bureau Northwest, que promueve peras frescas bajo la marca USA Pears. “Y no se puede hacer nada”, añadió.
El mercado nacional tiene preferencia, dijo Correa. Después, la agencia probablemente no cambiará los presupuestos de marketing completos para México y Canadá, especialmente a medida que el grupo incrementa las promociones de las peras rojas. Los representantes del sector creen que existen oportunidades a largo plazo para las variedades Starkrimson y Red Bartlett en el extranjero, principalmente en México.
En otras regiones del extranjero, el equipo de Correa ha reducido la financiación de comercialización a un “nivel de mantenimiento”, sólo para mantener las promociones en redes sociales y reuniones comerciales, dijo. Pero eso puede cambiar al momento. Correa puede destinar más recursos a las promociones en algún país asiático, por ejemplo, una vez que la fruta está cargada en un barco.
Las empresas productoras pueden depender de las importaciones de peras para llenar el espacio de las estanterías en los comercios.
“Probablemente sea la primera vez en mi vida que digo: ‘Gracias a Dios que llegan las peras importadas’”, dijo Schmitten. Blue Bird vende fruta a través de Domex Superfresh Growers de Yakima.
Schmitten prevé despidos en todo el sector. Muchos agricultores han cancelado sus contratos con los trabajadores con visa H-2A. En sus propias huertas del valle de Wenatchee, Schmitten sólo ha contratado a cuatro trabajadores con visa H-2A de su habitual equipo de 16 personas.
Existen algunas migas de buenas noticias.
La fresca primavera ayudó a los árboles a sanar; los temores de una muerte masiva de árboles no se cumplieron. Además, el desarrollo de los brotes para el año 2025 es “mejor de lo que esperaba”, afirmó Schmitten.
Mientras tanto, los productores del valle de Wenatchee están mejorando sus técnicas de control integrado de plagas, aumentando las poblaciones de depredadores naturales que mitigan los daños causados por la psila del peral.
“Es uno de los puntos positivos del futuro de la pera”, dijo Schmitten.
La carga emocional
Carney se pasó la temporada trabajando con sus agentes de seguros y cuidando una cosecha corta y marcada por las heladas que no estaba seguro de cortar. Cuando Good Fruit Grower habló con él a finales del julio, aún no había tomado ninguna decisión.
Entre las incertidumbres: los precios de empacar y los costes de cortar la fruta.
Las cosechas pequeñas también suponen un problema para las bodegas, muchas de las cuales son cooperativas de productores. Si tienen menos volumen de fruta para repartir los costes fijos, puede que tengan que subir los precios de empaque.
La escasez de cosecha también puede elevar los costes de mano de obra o empujar a los trabajadores a destajo a buscar trabajo en otra parte. Algunos productores pueden intentar pagar por horas trabajadas, pero esto suele ser menos atractivo para los trabajadores.
Esta situación está afectando emocionalmente a los productores del valle de Wenatchee, según Carney. Todas las mañanas compra una taza de café en el Food-Mart de la gasolinera local de Conoco, donde sus amigos se juntan y hablan con franqueza de los problemas de salud mental y de cómo mantener viva la esperanza en una terminología más cruda de lo que nunca ha oído.
“Sin duda alguna es más estresante que un año normal”, afirma.
—por Ross Courtney
Este artículo ha sido traducido por Jean Dibble y revisado por Jutsely Rivera. Puede ponerse en contacto con Jean en jean@goodfruit.com.